No es extraño decir que los actores somos
pequeños narcisistas que nos manejamos en un mundo adulto, lo que sí resulta interesante es notar que estamos en un momento social, un orden de cosas, que resulta favorable a este tipo de personalidades.
Ya en un video de Sociología Light! donde reflexionaba acerca del por qué de una Sociología del Actor, afirmaba que hoy nos religamos a la totalidad a través de nuestro propio Narcisismo. Esto quiere decir no sólo que el individuo se sacraliza en la Modernidad como afirmaba Durkheim, que el lugar religioso que ocupa el culto al yo se incrementa, sino que además es específicamente el Narcisista quien se sacraliza en esta sociedad de la velocidad y la inmediatez, la Post-Modernidad/Modernidad Tardía/Post-Disciplinaria, etc. Pensemos tan sólo en el siguiente indicador: el principal manual de psiquiatría del mundo no lo considera ya un trastorno debido a su creciente extensión.
Volviendo ahora al narcisismo del actor, recuerdo una entrevista en la que un gran actor nacional afirmaba que nunca había parado el tránsito con su presencia. Esta acción seguramente nos evoque a varios de nosotros juegos infantiles, pero no sólo eso, sino también pequeños instantes de nuestra vida adulta en los que las huellas que nos quedan de aquellas viejas etapas continúan operando. Jean Piaget nos habla de momentos en los que retorna esa confusión entre el yo y el mundo exterior, por ejemplo, una "simpatía imitativa que va acompañada de una actitud complementaria que consiste en tratar de obrar sobre el mundo exterior actuando sobre el propio cuerpo"
Cito algunos ejemplos del autor:
- Un hombre acelera la terminación de su pipa para que su mujer acabe más pronto el cigarrillo (cuando tiene consciencia de ello se termina su efímera ilusión)
-Cuando jugamos al billar y nos movemos junto con la bola para desviarla en la dirección deseada
(imitamos los movimientos de las cosas para participar sobre ellas)
-Vemos dos ciclistas que van a chocar y hacemos un movimiento de retroceso para impedir el choque.
Se trata de "actitudes mágicas [que son] inmediatamente frenadas por nuestros hábitos de pensar pero que, en espíritus menos conscientes de su yo, se desenvolverían espontáneamente"
El adulto en estados de inquietud puede, como los niños, "observar los hábitos más insignificantes para no turbar el equilibrio de las cosas. Por eso, antes de pronunciar una conferencia, damos nuestro paseo habitual (...) en estados ansiosos reaparece la confusión infantil (...) la actitud mágica"
- Un hombre en su paseo ansioso antes de dar una conferencia sintió la obligación de de ir hasta el final del pasillo para que la conferencia se lograse.
(se trata de causalidad mágica)
-Otro va en la ruta e intenta NO PENSAR EN QUE SU NEUMÁTICO SE PINCHE, PARA QUE ESO NO SUCEDA (!)
...Pensemos cuántas de éstas prácticas están instaladas en los actores ¡Cuántas! ¡Cuántos rituales! ¡Cuánta cábala! ¡Cuanto realismo de niño! Todo realismo se prolonga en la Magia.
Ahora bien, estas prácticas están bien vistas, no?... Obviamente, en una sociedad que nos controla mediante el cuidado de uno mismo no es extraño que las mentalidades tiendan a favorecer los funcionamientos infantiles y narcisistas; pensemos, para citar unos pocos ejemplos, en cuánto se difunden prácticas que tienen que ver con estados de participación mágica, prácticas esotéricas como el uso de la Ley de Atracción; concepciones budistas de un mundo que indiferencia constantemente el yo propio, del yo de los otros, de la totalidad; otros pensadores que toman los chispazos de la causalidad que están investigando los científicos cuánticos, pero utilizan esos chispazos para decir -infantilmente- que el pensamiento modifica directamente la realidad, omitiendo observar de ese modo la complejidad de acciones que intervienen en cualquier proceso real de transformación de la realidad.
Se trata de discursos que se asientan en nuestras estructuras más infantiles.